Últimamente he estado pensando mucho sobre el emprendimiento.
En este momento de mi vida, tengo la suerte de poder decidir en qué trabajar, con quién trabajar, cómo estructurar mi día, creando y probando proyectos nuevos... casi todo con lo que había soñado hace 10 años.
Aunque no lo cambiaría por nada, esta libertad laboral viene con sus propios desafíos.
Te voy a ser sincero, te sientes como en medio del océano. Libre porque puedes nadar en la dirección que quieras pero sin saber dónde ir. No sé si me explico.
He visto a amigos enfrentarse a desafíos similares a medida que atravesaban transiciones profesionales, vendían su negocio o ganaban mucho dinero invirtiendo en criptomonedas.
Te surgen preguntas: ¿cuánto ganaré con este proyecto? ¿cómo haré dinero? ¿cómo es esto de estable? Muchas preguntas. Se parece a la típica duda existencial de mediana edad, "¿qué hago con mi vida?", pero experimentado a una edad más temprana.
Hablando hace una semanas con un amigo se me quedó algo grabado:
Lo que decides hacer con tu vida es reflejo de una pregunta más profunda:
¿Qué es para ti una vida bien vivida?
¿Qué significa vivir una buena vida?
Se puede abordar de varias maneras.
En lugar de concentrarte en el objetivo final (ser multimillonario, viajar por el mundo, ir a Marte), te concentras en el proceso.
Alguien que se centra en la parte del proceso se centra menos en el futuro y mucho más en el día a día. ¿Estoy pasando tiempo con personas que amo y encuentro increíbles? ¿Mis días están estructurados de formas que disfruto? ¿Puedo viajar, tomar el sol, mantenerme saludable y trabajar la cantidad que quiero?
Este enfoque podría ser el típico “nómada digital”. Alguien más interesado en las aventuras diarias de la vida que en lograr una gran meta o resolver un gran problema. Para estas personas, la vida es un viaje, no un destino. Y ese viaje realmente importa.
Luego está lo que yo llamo el “fundador de peso”, empeñado en dejar huella en el mundo o resolver algún problema específico.
Con un enfoque del trabajo más orientado a resultados.
Esta orientación va mucho más allá de lo financiero, sino que también incluye a quienes están motivados para resolver problemas en el mundo. Elon Musk, Bill Gates, Nelson Mandela ... estas son personas que parecen más motivadas para lograr un resultado que por cualquier consideración del día a día.
Estoy (casi) seguro de que Bill Gates, Bezos y Elon Musk tendrían vidas personales mucho más felices si se hubieran centrado más en los procesos. Pero, bueno, quién soy yo para decir lo contrario.
Por último está el perfil orientado a la comprensión, los llamados “filántropos”. Este grupo de personas está motivado por el deseo de comprender todo lo que les rodea. Están menos enfocados en resolver un problema o en impulsar un resultado específico y rara vez les consume la forma de elaborar cada hora de su día.
En cambio, estas personas a menudo están consumidas por el deseo de comprender más profundamente lo que está sucediendo en el mundo. Ya sea un científico, un investigador independiente o un filósofo, hay una serie de personas motivadas por aumentar su comprensión del mundo.
Cada uno de estos 3 enfoques tiene sus ventajas y desventajas. Sin embargo, saber de qué tipo eres a menudo se puede descubrir observando dónde haces sacrificios.
Ahora te pregunto, cuando llega el momento de trabajar duro en tu proyecto:
¿Dejas a menudo de quedar con tus amigos para avanzar hacia un resultado que deseas? ¿Priorizas los viajes y las experiencias diarias sobre cualquier otra responsabilidad? ¿O evita las responsabilidades y los compromisos, eligiendo en cambio dedicar la mayor cantidad de tiempo posible a leer, aprender y comprender más del mundo que te rodea?
Todavía tengo que responder a estas preguntas por mí mismo.
Pero he encontrado útil seguir este método para descubrir qué es aquello que de verdad me importa en mis objetivos al emprender proyectos y en mi vida diaria.
Y espero que con suerte, también te ayude.